sábado, 8 de agosto de 2009

La vida en rosa -Edith Piaf- (La Môme)

Ya he comentado alguna vez lo mucho que me gustan los biopics de cantantes. Al contrario de lo que mucha gente piensa, estas películas NO son musicales, ¡por favor! vamos a empezar a diferenciar los géneros. Por mucho que en los Globos de Oro se empeñen en nominarlas a la mejor comedia o musical, y que los medios en cuanto oyen media canción ya se lanzen a clasificarlas como musical, no lo son; las vidas de cantantes son del género biopic, al igual que lo son la vida de cualquier otro artista o personaje célebre, sólo que en estos hay canciones porque son cantantes. Bueno, aclarado esto, vamos a centrarnos en la película que nos ocupa; tengo que decir que "La Môme" (me niego a llamarla por ese horrible y convencionalísimo nombre que le han puesto en castellano) ya me llamaba la atención desde que oí hablar de ella mucho antes de su estreno, cuando fue presentada en el Festival de Berlín. Al estrenarla, las malas críticas (que no entiendo mucho, la verdad) me echaron un poco para atrás, pero finalmente, y de sopresa como me pasa a veces, fui a verla. Salí muy sorprendida e impresionada, porque la película presenta sin ningún reparo y con dureza las innumerables turbulencias que sufrió la vida de Edith Piaf, la cantante francesa más importe de todos los tiempos. Ya me imaginaba que, como les suele pasar a todos los cantantes, habría tenido problemas con las drogas y el alcohol, pero no sabía por todo lo que pasó: pobreza, abandonos, desprecios, muertes, y por supuesto, drogas y alcohol (de hecho, murió de cirrosis); también pasó por alguna época buena, pero es mínimo comparado con lo demás. Pero lo que da credibilidad y sentido a toda esta serie de desgracias, y realmente a toda la película, es sin ninguna duda, la colosal interpretación de la actriz protagonista.

Marion Cotillard sostiene todo el peso de la película sobre sus hombros y fue alabada unánimemente por público y crítica. Incluso los que critican mal la película, la salvan sólo por su interpretación. La bellísima actriz se entrega en cuerpo y alma para meterse dentro de la cantante, y consigue que en toda la película no la veamos a ella prácticamente en ningún momento, sino realmente a Edith Piaf. Desde esa joven arrabalera (que realmente nunca deja de ser) de los bajos fondos de París, a la prematuramente anciana que muere a los 47 años, conseguimos emocionarnos e identificarnos con lo que vive la cantante. Es especialmente destacable el trabajo corporal que realiza la actriz, ya desde que es joven muy encorvada, pero que según va pasando el tiempo va a más, hasta llegar a escenas tan asombrosas como en la que le presentan la canción de "Non, je ne regrette rien", en la que ya apenas se puede mover y andar; el trabajo de maquillaje en fantástico (tardaban en transformar a la actriz 5 horas), y se llevo el merecido Oscar, pero el cuerpo es mérito de una actriz extraordinaria que se ha trabajado el papel de manera brutal (no como ocurría con la absurda interpretación de Brad Pitt en "El curioso caso de Benjamin Button", en la que el rostro era trabajo de maquillaje y el cuerpo por ordenador, ¿qué mérito tiene eso?). Comentaba además el otro día que la actriz debió acabar destrozada con este papel, no sólo físicamente, sino también psicológicamente, porque lo pasa realmente mal toda la película, y ella logra transmitirlo, especialmente en escenas como en la que se entera del accidente de avión (de esta escena ya hablaré un poco más a continuación) en la que nos deja absolutamente desolados. Total, una de las mejores interpretaciones que he visto en mi vida, si no la mejor, cuanto más la veo, más me impresiona, y desde que la vi, muchímos meses antes de los Oscar, ya dije "podría estar nominada al Oscar"; y dicho y hecho, ese año los Oscar me pillaron en Egipto, y, al ser un año en el que las películas nominadas no me interesaban lo más mínimo, para mi el premio más importante era el de mejor actriz. Nada más despertarme en El Cairo encendí la televisión y me enteré de que había ganado! Fue una enorme ilusión, porque es realmente merecido, así como toda la cantidad enorme de premios que ya se había llevado antes. Es la quinta actriz que se lleva un Oscar por una interpretación que no es inglés, y además por una película que no es americano, como ya le pasó en su día a Roberto Bengini con "La vida es bella". Una última recomendación: hay que verla en francés, porque el doblaje impide ver el fantástico trabajo de voz que hace también (aunque ella no canta, pero bueno, no se puede tener todo... habrá que esperar a verla en "Nine").

Por lo demás, la película es muy interesante, tiene todas la características y los clichés de los biopics americanos siendo francesa (aunque ya sabemos que los franceses cuando quieren son los más perfectos imitadores de los americanos), pero bueno, como digo que este genero me gusta mucho, pues también me gustan sus particularidades. El director, Olivier Dahan, hace un trabajo de dirección muy interesante, destacando para mí la escena de la que he hablado antes en la que Edith se entera de que el avión en el viajaba su amor, Marcel Cerdan, se ha estrellado; desde el principio precioso cuando parece que él ha llegado y la despierta, siguiendo con ella recorriendo la casa buscando su regalo mientras la cámara la sigue (este recurso lo usa también en otras escenas) y su felicidad se va chocando con la desolación que reflejan los personajes con los que se cruza, hasta que finalmente le comunican la noticia y ella se va al cuarto para comprobar que efectivamente no está allí, que todo estaba en su cabeza, y ese derumbamiento y desesperación que refleja al darse cuenta es como un mazazo para el espectador, que se queda destrozado, hasta acabar con ella recorriendo la casa con la bellísima "Hymne à l'amour", que acaba con un pasillo terminado en un escenario donde finalmente se la ve a ella cantándola. Lo cierto es que es complicada de explicar, pero hay que verla, sólo por esta escena ya merece la pena ver la película. El montaje, que no nos muestra de manera totalmente cronológica la vida de la cantante, es muy elaborado, y la manera de empezar la película, con el derumbamiento de la cantante mientras interpreta "Heaven I have mercy", y el final, no con su muerte sino cantando "Non, je ne regrette rien", son a mi parecer dos auténticos aciertos de una película que es muy entretenida a pesar de su larga duración, y que es buena y está trabajada. Tal vez se centran mucho en las penurias y podrían haber tratado temas muy interesante que directamente en la película ignoran, como que ayudaba a liberar prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, pero bueno, es cierto que es imposible poder contarlo todo en una película, y ya bastante larga es de por sí.

Aunque pueda parecer una obviedad, la música escel otro gran punto fuerte, pero no sólo las canciones de Edith Piaf (por cierto, muy bien intercaladas, como en la escena del combate de boxeo sonando de fondo "Mon Dieu", maravillosa, y también adaptadas sólo como música en algunas escenas de la película) sino las canciones populares francesas y la banda sonora original, de Christopher Gunning, muy bonita (me encanta la escena en la que se la presenta como cantante profesional y en vez de oírse a ella cantar, se oye la pieza original principal, me parece muy original).

Así que nada, la recomiendo mucho, sobre todo a la gente que le guste este género y sobre todo que les guste Edith Piaf, porque saldrán encantados, aunque ya advierto que es dura. Y sobre todo, para quién quiera ver una de esas interpretaciones que hacen historia, con la que Marion Cotillard ya ha conseguido convertirse en una de mis actrices favoritas, así que ya hay muchas ganas de verla la semana que viene en mi película del mes (esperemos que esta no me decepcione), "Enemigos públicos". Seguiré informando!

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